Françoise Bettencourt, la escritora que heredó L’Oreal
Françoise Bettencourt Meyers, nieta del fundador de L’Oreal, Eugene Schueller, lleva una vida de bajo perfil con pocas apariciones públicas, y a decir de Tom Sancton, autor de The Bettencourt Affair, es una persona sobria que se siente más cómoda tocando el piano y con sus libros que en el ámbito de las empresas y las finanzas.
Bettencourt Meyers es la única mujer dentro del top ten de las personas más adineradas del mundo. Según el ranking de millonarios de Bloomberg, su fortuna asciende a más de 57 mil millones de dólares y logra superar a la que ostenta el fundador de Google, Larry Page, quien ocupa el puesto 10 en el listado de los empresarios más ricos.
Al morir su madre, Liliane Bettencourt, Françoise heredó el 33 por ciento que la primera controlaba de L’Oreal, de cuya junta directiva ya formaba parte desde 1997. Asimismo, se convirtió en la presidenta del holding donde se concentran los negocios de la familia, con una fortuna que no ha hecho más que crecer, pues las acciones del fabricante de cosméticos han subido alrededor de 40 por ciento.
Françoise fue criada en una jaula de oro, sobreprotegida en la residencia de su familia sin poder andar libremente y siempre acompañada de guardaespaldas, algo que quizá la llevó a desarrollar gustos menos extravagantes que los de Liliane, conocida por sus mansiones, ropa de diseñador, viajes y por haberse comprado una isla privada en el archipiélago de Las Seychelles.
Aficionada al piano, la nieta del fundador de L’Oreal escribió cinco volúmenes de Una mirada a la Biblia, en los que comenta sobre la obra considerada sagrada. Además, es autora de un libro donde aborda la mitología griega, y actualmente está casada con Jean-Pierre Meyers, con quien tiene dos hijos.
Bettencourt Meyers, heredera del imperio que ofrece a clientes en todo el mundo artículos como rímel, esmalte de uñas, labial y productos para el cuidado de la piel, cabello y cuerpo, había logrado permanecer casi bajo el anonimato; sin embargo, en 2010 un escándalo familiar la puso en los reflectores.
El drama inició cuando su madre, Liliane, conoció a Françoise-Marie Banier, un fotógrafo 25 años menor que ella que en su adolescencia fue protegido del pintor español Salvador Dalí, y a quien comenzó a darle donaciones y regalos por valor de millones de euros, algo que llevó a su hija a emprender acciones legales en su contra por aprovecharse de la debilidad de su mamá.
Pese a que el problema se convirtió en un escándalo mediático que Tom Sancton abordó en su libro The Bettencourt Affair, Bettencourt Meyers y Banier lograron un acuerdo extrajudicial. Además, ella y sus dos hijos fueron nombrados guardianes de los intereses de Liliane, quien al morir le dejó un título que ha sabido mantener: el de la mujer más rica del mundo.
Vocación
A pesar de ser empresaria, ella se siente más cómoda tocando el piano y escribiendo libros.
Cuna de oro
Al morir su madre, Liliane Bettencourt, Françoise heredó 33 por ciento que ésta controlaba en L’Oreal.
Religión
Escribió cinco volúmenes de Una mirada a la Biblia, donde comenta sobre la obra considerada sagrada.