“Dicen que la etapa 11 será difícil. Tengo ganas de pasarla. A ver qué tal”, decía
Carlos Sainz ayer en el vivac de
Bisha a
MD, antes de afrontar la etapa reina del
Dakar. Lo decía con una sonrisa de pillo que su mascarilla no podía esconder. Sabía que con los problemas de fiabilidad ya resueltos en esta segunda semana, y con el buen rendimiento de su nuevo
Audi RS Q e-Tron en las dunas, podía ir a por la victoria. Se le escapó el día antes, en la etapa 10, por un fallo de navegación por el polvo. Pero esta vez, todo salió rodado. En la etapa más complicada del
Dakar, y que algunos como
Barreda (motos) dijo que fue la más dura que había hecho en su vida,
‘El Matador’ se impuso con contundencia para lograr su segundo triunfo en este Dakar con un coche nuevo, hecho a toda prisa, con el que no había competido antes de esta cita y con un sistema de propulsión muy novedoso, complicado y ambicioso.
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