Sin pegada no hay paraíso
Jugó bien la Real, fue superior a un gran Betis, generó más ocasiones, fue más osada, pero volvió a adolecer de una falta de pegada que es lo que le separa de optar a objetivos más jugosos. Era la ocasión para subirse al tren de la Champions y la Real se quedó en el andén de la ineficacia realizadora. En esta ocasión, en el Día Mundial del Arte y en Viernes Santo, no irrumpió, como en ocasiones precedentes, ningún artista ni ningún santo para decidir en los minutos finales. Con el cuadrado mágico en el centro del campo, la Real ha recuperado la jerarquía en el juego, el gobierno del balón, se siente cómoda y poderosa, llega fácil al área, pero es ahí donde naufraga por la falta de un ‘killer’. Partidazo de <b>Sorloth</b>, pero en todas las parcelas que no son en el área y lo de <b>Isak </b>ya es más mental que futbolístico. Se bloquea de tal forma en el área que se equivoca siempre, incluso prefiere chutar con la izquierda que con la diestra, que es la suya, de puro ofuscamiento. Una pena no ver recompensado el sensacional partido de un pivote único y cada vez más grande como <b>Zubimendi </b>y las brujerías de <b>Silva</b>, cuya expulsión manchó el descuento y complica, porque será sancionado, el partido del jueves contra el Barcelona. Los txuri urdin no aprovecharon sus momentos de lucidez futbolística para golpear, aunque volvieron a exhibir una solidez a prueba de bombas. El encuentro ante el Betis fue como su temporada en esencia: ni goles ni ocasiones en contra -la cifra de 630 minutos sin encajar en casa es increíble- ni victoria ante un equipo de arriba -cero esta temporada-. Sin gol y sin respuesta ante los mejores, es imposible sellar el pasaporte a las estrellas de la Champions. Una lástima.
Jugó bien la Real, fue superior a un gran Betis, generó más ocasiones, fue más osada, pero volvió a adolecer de una falta de pegada que es lo que le separa de optar a objetivos más jugosos. Era la ocasión para subirse al tren de la Champions y la Real se quedó en el andén de la ineficacia realizadora. En esta ocasión, en el Día Mundial del Arte y en Viernes Santo, no irrumpió, como en ocasiones precedentes, ningún artista ni ningún santo para decidir en los minutos finales. Con el cuadrado mágico en el centro del campo, la Real ha recuperado la jerarquía en el juego, el gobierno del balón, se siente cómoda y poderosa, llega fácil al área, pero es ahí donde naufraga por la falta de un ‘killer’. Partidazo de Sorloth, pero en todas las parcelas que no son en el área y lo de Isak ya es más mental que futbolístico. Se bloquea de tal forma en el área que se equivoca siempre, incluso prefiere chutar con la izquierda que con la diestra, que es la suya, de puro ofuscamiento. Una pena no ver recompensado el sensacional partido de un pivote único y cada vez más grande como Zubimendi y las brujerías de Silva, cuya expulsión manchó el descuento y complica, porque será sancionado, el partido del jueves contra el Barcelona. Los txuri urdin no aprovecharon sus momentos de lucidez futbolística para golpear, aunque volvieron a exhibir una solidez a prueba de bombas. El encuentro ante el Betis fue como su temporada en esencia: ni goles ni ocasiones en contra -la cifra de 630 minutos sin encajar en casa es increíble- ni victoria ante un equipo de arriba -cero esta temporada-. Sin gol y sin respuesta ante los mejores, es imposible sellar el pasaporte a las estrellas de la Champions. Una lástima.