Mahsa y el postizo feminista
Aquí se criminaliza el piropo, se requiere notario para la coyunda, las noches del 'sí es sí' exigen estilográfica y contrato mercantil, y a las orgías se les llama convivencias. A una mujer de dieciséis años una ley le hace dueña de su cuerpo para abortar, y otra le impide poner su vientre en alquiler. Tanto se ha banalizado la discriminación, que a las exégetas del 'proceso de escucha', a tanta 'motomami' de vespino y heroína de la pose, se les ha pasado por alto la fotografía de Mahsa intubada con ese hilo de vida que le quitó el fanatismo. A Mahsa la ha jibarizado un feminismo postizo. Su muerte ha sido banalizada por la discriminación de quienes niegan ser discriminadores. Han trivializado a Mahsa solo porque Irán es un inmenso oasis en su conciencia repleta de contradicciones. En ese país una mujer no puede regresar sola y borracha, o con el velo dejando entrever un rizo de flequillo de veinteañera ingenua. Aquí, en cambio, mucha luchadora de este tardo-sufragismo impostado no ha visto su muerte como una virtud ideológica, solo faltaba, pero sí les ha traído sin cuidado. Aquí basta con una mirada de reojo –lascivia ilegal, naturalmente–, y la mujer española queda maltratada, estigmatizada, agraviada, despojada, herida, abusada. E Irán, donde realmente está maltratada, estigmatizada, agraviada, despojada, herida y abusada, es modélico. El cinismo siempre obliga al cínico a no mirar a los ojos. Porque solo actúan como eso, como feministas de juguete en busca de cuota de pantalla, como propagandistas de un sexismo 'cultureta' de canutazo y 'beauty nails'. Tanto y tan alto nos han dicho que basta con darle una y otra vez a la manivela de los derechos creativos, y tanto nos han inculcado que basta con crear un discurso específico de 160 caracteres sobre la desigualdad o el odio intersexual entre hombres y mujeres, que se han olvidado de Mahsa. El autoconsumo de su propia doctrina a granel las ha emborrachado de sí mismas, y se niegan a mirar cómo mueren otras mujeres porque en los paraísos ideológicos modélicos nadie muere mal. En sus 'finde' burgueses estas aplaudidoras del feudalismo han anulado a muchas Mahsas que nadie conoce, y que viven, o mueren, con torturas medievales. El escalofrío no sobrecoge a tanta inquisidora selectiva. Sus 'procesos de escucha' son de aquella manera, y financian campañas oficiales para 'curvis' maltratando la imagen de otras mujeres. Y se mofan de las rubias de derechas por eso, porque se fotografían pijas, de bote, todas iguales, y entonces su elevación moral, su levitación, les impone reírse de ellas y ridiculizarlas para que cambien el 'pantone' de su estética. Son superiores, no como Mahsa, y clasifican a las mujeres entre óptimas o pésimas solo por lo que piensan, no por su condición o su género. Siempre les quedará 'ONU Mujeres', esa trinchera del mega-feminismo empoderado que ha mirado a Mahsa como quien mira un barco al pairo. Así tranquilizan su conciencia y su propio heteromatriarcado exigiendo «desnaturalizar los estereotipos y los roles de género». Y ya. Así, todos contentos.