El Papa pide a la Iglesia que no se divida entre cristianos de derechas y de izquierdas, ni conservadores y progresistas
El Papa Francisco ha conmemorado con una misa en la basílica de San Pedro los 60 años del inicio del Concilio Vaticano II . En un gesto inédito, fueron trasladados a la nave central los restos de san Juan XXIII, el Papa que tal día como hoy hace seis décadas inauguró la reunión de obispos de todo el mundo. Aquel jueves de 1962, puso las bases para cambiar el estilo de la Iglesia del futuro con su petición de que saliera «al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de la doctrina en lugar de renovar condenas». También este martes el Papa Francisco ha solicitado a la Iglesia que «vuelva a dar la primacía a lo esencial», como concluyó el Concilio Vaticano II. Se trata de ser «una Iglesia que esté loca de amor por Dios y por las personas», que no cae en la «tentación de anteponer nuestras agendas al Evangelio». «Que Dios nos libre de ser críticos e impacientes, amargados e iracundos», ha rogado el Papa, pues «una Iglesia enamorada de Jesús no tiene tiempo para conflictos, venenos y polémicas». Al Papa le preocupan sobre todo los conflictos internos y por eso ha pedido «no caer en la tentación de la polarización». «Cuántas veces, después del Concilio, los cristianos se empeñaron por elegir una parte en la Iglesia, sin darse cuenta que estaban desgarrando el corazón de su Madre. Cuántas veces se prefirió ser «hinchas del propio grupo» más que servidores de todos, progresistas y conservadores antes que hermanos y hermanas, «de derecha» o «de izquierda» más que de Jesús; erigirse como «custodios de la verdad» o «solistas de la novedad», en vez de reconocerse hijos humildes y agradecidos de la santa Madre Iglesia», ha lamentado. «Pruebas de infidelidad» «Estemos atentos», -ha solicitado-, «ya que el progresismo que se adapta al mundo y el tradicionalismo que añora un mundo pasado no son pruebas de amor, sino de infidelidad, pues anteponen los propios gustos y los propios planes al amor que Jesús pidió al apóstol Pedro». El Papa ha invitado a la Iglesia a superar «las nostalgias del pasado, la añoranza de la relevancia, el apego al poder, porque no existes para ti misma, sino para los demás. Y, si es justo tener una atención particular, que sea para los predilectos de Dios , para los pobres y los descartados». A diferencia de sus inmediatos predecesores, el Papa Francisco es el primer pontífice que no participó en el Concilio Vaticano II (1962-1965). En aquellos años aún no era sacerdote y como novicio jesuita enseñaba Literatura y Psicología en un colegio de Santa Fe (Argentina). El Concilio Vaticano II ha sido la mayor reunión de obispos jamás celebrada. En cada una de sus cuatro sesiones participaron unos 2.500, la práctica totalidad del episcopado mundial. Convocado por Juan XXIII con la idea de «abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el interior», tras el fallecimiento de ese Papa, su sucesor Pablo VI lo estructuró en torno a dos grandes bloques temáticos: cómo la Iglesia se entiende a sí misma, y cómo ve a la sociedad. MÁS INFORMACIÓN noticia No El Papa pide «aprender de la historia» para evitar una guerra nuclear noticia No La Iglesia española se posiciona contra la 'ley trans' porque niega la posibilidad de recibir tratamiento psicosexual noticia Si El Papa incluye la ideología del género entre las «colonizaciones ideológicas» que se imponen a la fuerza a los adolescentes Como resultado, se concluyó con dos constituciones dogmáticas que siguen siendo fundamentales en el día a día de la Iglesia católica, una sobre la Iglesia, la «Lumen Gentium», de 1964; y otra sobre sus relaciones con el mundo, la «Gaudium et Spes», de 1965.