Sentido común, práctico y de estado

Una de las críticas más habituales entre la opinión pública española respecto al estado de las autonomías es, sin duda, la gestión de la sanidad. Una competencia que, como la educación, jamás debió haberse transferido a las taifas regionales, pero en aquella carrera enloquecida de descentralización y maricón el último nadie debió pensar que estaba mejor en su sitio original: la Administración General del Estado. La cruda realidad de la pandemia dio buena cuenta de ello. Se hacía harto complicado luchar contra el virus con un Ministerio vacío de atribuciones, al frente del cual estaba un filósofo oriundo de El Vallés que todavía no ha sido capaz de explicar quiénes formaban el comité de expertos. De manera que las comunidades, con un margen notable de discrecionalidad, se buscaban la vida como podían para traer mascarillas mediante intermediarios poco recomendables. Entre tanto, los respectivos consejeros de Sanidad comparecían a diario para facilitar datos de muertos y contagios, poniendo especial celo en destacar que tenían uno o dos óbitos menos en términos relativos que la región colindante. Porque ese es todo el consuelo de muchos responsables políticos de la harca autonómica, carentes de la generosidad y la amplitud de miras necesarias para entender que existe un todo mayor llamado España. Y que sin esa patria común, por más que se empeñen independentistas de pasado criminal y golpistas prófugos, no hay futuro. Allá por 2002 desapareció el Instituto Nacional de la Salud (Insalud), y de su desguace surgieron varios acrónimos a cual más feo. Aquí surgió el Sacyl como en otras regiones el Sescam castellano manchego, el Ses extremeño, el Sespa asturiano, MadridSalud... Porque el Osakidetza vasco ya venía de más atrás, que siempre ha habido clases. De manera que en ese marco teórico administrativo del Sistema Nacional de Salud troceado surgieron problemas para atender a pacientes que tenían su tarjeta sanitaria de otra comunidad. Vamos, que si estás de vacaciones en Benidorm y eres de La Bañeza te van a atender en urgencias, pero si trabajas o estudias en Madrid, donde resides, y tienes gripe, con una tarjeta del centro de salud de Almazán quizá no te asistan en atención primaria de Carabanchel Alto y a ver quién te receta un antibiótico. Casos sangrantes de trabas e impedimentos que contribuyen a colapsar las urgencias. Para evitar semejantes disfunciones, la Junta de Castilla y León y la Comunidad de Madrid acaban de suscribir un acuerdo de colaboración para que residentes en siete zonas básicas de salud de Ávila y tres de Segovia reciban asistencia de 16 especialidades en los hospitales Puerta de Hierro y La Paz. A cambio, todos los madrileños con segunda residencia en nuestra región podrán utilizar el sistema sanitario de Sacyl. Asevera Mañueco que «no se trata de competir, sino de colaborar». En efecto. Sumar y multiplicar, que ya dividen otros. Sentido común, práctico y de estado.