Yendo de los precios a las lluvias: las obsesiones de Massa en modo electoral

El ministro Sergio Massa busca que el arranque del año sea lo menos conflictivo posible para la economía, de modo de armar una buena plataforma, con las urnas en la mira.

Sergio Massa pasó de mirar con obsesión las planillas de precios de las alimenticias a los mapas de lluvias. El ministro de Economía hoy se autopercibe como un gran lector de las variables de las precipitaciones, y no hay día en el que al menos pegue una mirada a los informes que indican cómo seguirá la situación.

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Massa sabe que, por varios motivos, el campo es vital para la economía argentina, pero en este momento su centro está puesto en analizar cuál será el impacto que tendrá la sequía sobre el ingreso de divisas al país. Y los números que se manejan no son buenos. La Bolsa de Cereales de Rosario (BCR), por ejemplo, apunta que este año el aporte de divisas del agro caerá 13% respecto de 2022 (algo más de u$s 5200 millones), una situación que comprometerá las reservas del Banco Central -y el acuerdo con el FMI-, además de meter más presión cambiaria.

La postura de Massa es evitar que la rueda se vuelva a frenar. La sequía ya generó un daño muy importante, y lo que menos necesita el Gobierno en medio de un año electoral y una situación económica para nada cómoda, es sumar problemas. La baja de entrada de dólares por parte del agro sería uno, desde ya, pero también se mira de cerca qué podría pasar con el abastecimiento de algunos productos hacia el mercado interno, teniendo en cuenta la menor producción esperada.

Esta situación podría demandar una medida repetida: frenar las exportaciones para que ese faltante no ocurra. Pero esto tendría un par de contras fuertes. Se estaría poniendo en (más) riesgo la llegada de divisas, y se abriría un nuevo foco de conflicto con el campo, un sector con el que se mantiene una relación correcta, pero que en muchos casos pareciera de cristal.

El plan anti sequía

La apuesta ahora serán algunos beneficios impositivos y financieros que reclama el agro desde hace tiempo. Los efectos no serán mágicos, pero al menos se evitará que el daño de la falta de lluvias sea mayor al que ya es.

Las lluvias, sin embargo, no sirven para frenar la tendencia inflacionaria. El sueño oficial -casi erótico- es que en abril o mayo la inflación "arranque con 3", pero para eso ató todas las expectativas a Precios Justos, un programa que abarca a muy buena parte de la industria, que no recibe con el mejor humor la "propuesta".

Sobre todo porque la promesa del Gobierno era congelar productos a cambio de agilizar el acceso a dólares para la importación de insumos, algo que no se termina de dar con fuerza.

"Se están priorizando algunas cosas y así se continuará. Si lo que se espera es una apertura fuerte, corre por cuenta de quien lo piense. No va a pasar", sostienen en Economía cuando se plantea de la falta de dólares para las empresas que están dentro de Precios Justos.

Y en medio de esto, la tensión promete ir en ascenso. El Gobierno no está dispuesto a otorgar un incremento mayor al 4% para la segunda etapa de este programa, una cifra que queda por debajo de las expectativas de la industria, que hablan de un retoque no inferior al 10%.

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Esta semana será central para el Gobierno y su mirada hacia las presidenciales de octubre. Marcará buena parte de lo que será el primer trimestre del año, y será el puntapié inicial para los primeros seis meses de 2023, que pueden llegar a marcar la suerte del Frente de Todos en las urnas, sobre todo si se tiene en cuenta el peso que tendrá la economía a la hora de votar.