Dejar huella en el mundo del fútbol suele estar vinculado al tiempo que un profesional ha dedicado a un equipo en concreto. Al menos en el FC Barcelona, no es ese el caso de
César Luis Menotti, fallecido a los 85 años el pasado domingo. El técnico argentino
apenas estuvo en el banquillo del Camp Nou 15 meses, desde marzo de 1983 a junio de 1984,
pero cuatro décadas después de esa breve etapa s
e recuerdan bastantes cosas que ya forman parte de la memoria colectiva culé. Habló, por ejemplo, de los "biorritmos" para argumentar los entrenamientos vespertinos, de esas "urgencias históricas", latiguillo que cíclicamente se rescata en el barcelonismo cuando vienen mal dadas, o del "achique de espacios", una expresión con menor pervivencia pero, desde luego, mucho más florida que la "presión tras pérdida" o el "bloque bajo" y "el bloque alto" de nuestros días. Ganó una Supercopa, una Copa de la Liga y una Copa del Rey, pero más que la importancia intrínseca de esos éxitos, quedó el haber ganado partidos muy recordados al Real Madrid y el cuajo que estaba cogiendo una dupla llamada a marcar época formada por Diego Maradona y Bernd Schuster. La rapidez con que se empapó del significado del 'més que un club' que marcó la vida social del Barça también ayuda a entender la impronta que hoy se le reconoce a Menotti en Barcelona.
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