Ya se conoce el montante de dinero que cobró Jésica Rodríguez mientras fue novia del exministro Ábalos: casi 44.000 euros por no hacer absolutamente nada en las empresas públicas Ineco y Tragsatec, como ella misma reconoció ante el juez que instruye el caso Koldo-Ábalos-Cerdán en el Tribunal Supremo. El escándalo no es solo el dinero defraudado pues quizá el saldo más oneroso sea la imagen que deja de España, demoledora respecto a los parámetros de la mínima decencia democrática. El nepotismo a costa del contribuyente parece que se ha viralizado en el sanchismo. El propio hermano de Sánchez ha sido procesado por tráfico de influencias junto al líder del PSOE extremeño, que le enchufó en la Diputación pacense. Jésica no iba a trabajar y David Azagra no sabía ni dónde tenía su puesto de trabajo. Sánchez aún tiene más cerca el caso de su mujer, acusada de cinco presuntos delitos: tráfico de influencias, corrupción política, apropiación indebida, intrusismo profesional y malversación.