Un exagente del FBI revela qué tener en cuenta al alojarse en una habitación de hotel
Viajar y dormir fuera de casa forma parte de la rutina de millones de personas cada año. Sin embargo, la familiaridad con los hoteles no siempre va acompañada de una reflexión pausada sobre la seguridad personal. Un vídeo publicado en redes sociales por Steve Lazarus, agente retirado del FBI tras más de dos décadas de servicio, ha reabierto el debate sobre los riesgos reales que existen en este tipo de alojamientos y sobre cómo anticiparse a ellos sin caer en la paranoia.
Steve Lazarus, especialista en explosivos y con experiencia en misiones internacionales en Afganistán e Irak, centra su mensaje en viajeros que se alojan solos, aunque muchas de sus recomendaciones pueden aplicarse de forma general. Su enfoque no es alarmista, sino preventivo, y parte de una idea clara: la seguridad no comienza al cerrar la puerta de la habitación, sino mucho antes.
La llegada al hotel como primer filtro de seguridad
El exagente insiste en que las decisiones iniciales ya marcan una diferencia. El lugar donde se aparca el coche, la entrada que se utiliza o el recorrido hasta recepción son factores que suelen pasarse por alto. En sus propias palabras: “A los depredadores les encantan los hoteles, especialmente cuando se trata de mujeres que viajan solas”.
Por este motivo, recomienda optar siempre por zonas visibles y transitadas. “Aparca en la parte delantera del hotel, donde las luces son más brillantes y la cobertura de las cámaras es mejor. Utiliza la entrada principal cada vez que entres o salgas del establecimiento. Las escaleras y las entradas laterales no son tus aliadas durante el registro”, explica en el vídeo.
Discreción en recepción y en el ascensor
Una vez dentro, Lazarus pone el foco en un detalle aparentemente menor: el número de habitación. Según señala, debe tratarse como un dato confidencial. “Proteja su espacio privado como si estuviera en un cajero automático”, afirma. Aunque el personal suele evitar decirlo en voz alta, el número aparece impreso en el sobre de la tarjeta, lo que obliga a extremar la atención.
El ascensor es otro punto sensible. El exagente aconseja no pulsar el botón de la planta hasta que las puertas se hayan cerrado y dejar que otros pasajeros seleccionen antes su destino. También recomienda situarse cerca del panel de control y memorizar la ubicación del botón de alarma. Si surge una sospecha clara, la decisión más segura es no bajar en la planta prevista. “Si cree que alguien le ha seguido hasta su planta, quédese en el ascensor y vuelva al vestíbulo”, señala Lazarus.
Un breve chequeo al entrar en la habitación
La llegada a la habitación no marca el final de las precauciones. El exagente sugiere observar el pasillo antes de abrir la puerta y, una vez dentro, actuar con rapidez: cerrar con llave y colocar el cartel de “No molestar”. A partir de ahí, recomienda dedicar unos minutos a lo que denomina un “barrido de seguridad”.
“Dedique los siguientes dos o tres minutos a realizar un barrido de seguridad. Revisa los escondites como armarios y detrás de las cortinas. Inspecciona las cerraduras de las puertas, los cerrojos y la mirilla para asegurarte de que no hayan sido manipulados”, explica en el vídeo.
Tecnología sencilla como apoyo
Lazarus también menciona herramientas tecnológicas de bajo coste que pueden aportar una capa adicional de tranquilidad. Entre ellas, dispositivos capaces de detectar frecuencias de radio, infrarrojos o imanes, tecnologías habituales en cámaras espía o micrófonos ocultos. “Si quieres hacer como James Bond”, bromea, “hay dispositivos asequibles como este que escanean frecuencias de radio, imanes e infrarrojos”.
Otra medida práctica es el uso de una alarma de cuña bajo la puerta, pensada para activarse si alguien intenta forzar la entrada durante la noche.
Consejos compartidos por otros viajeros
El vídeo generó miles de comentarios de usuarios que aportaron sus propias estrategias: solicitar dos llaves para simular compañía, evitar habitaciones en plantas bajas, colocar una toalla bajo la puerta para bloquear la luz o comprobar cómo abrir las ventanas en caso de emergencia. Algunos incluso recomiendan hablar en voz alta al entrar, para dar la impresión de que no se está solo.
Lejos de promover el miedo, el mensaje de Lazarus apunta a una idea central: pequeños hábitos conscientes pueden reducir significativamente la vulnerabilidad, especialmente en entornos desconocidos.
