El asesino en serie de cinco mujeres en Castellón obtiene sus primeros permisos en la cárcel a ocho meses de quedar libre
Joaquín Ferrándiz no había salido de prisión desde que fue condenado a 69 años de cárcel, a finales del siglo pasado, por asesinar a cinco mujeres en Castellón. Pero su situación ha cambiado a pocos meses de salir en libertad -en julio de 2023- tras 25 años en la cárcel, el plazo máximo de cumplimiento efectivo que contempla el Código Penal. Según ha avanzado este lunes Las Provincias , Ferrándiz ha disfrutado de tres permisos penitenciarios en 2022 , los primeros -pese a que podía haberlos solicitado antes- desde que entró en el centro de Herrera de la Mancha, en Ciudad Real, en 1998. El conocido como depredador de Castellón o asesino de Vora riu -un camino entre Almazora y Burriana al que arrojó algunos de los cadáveres- ha sido atendido en estos periodos, con total discreción y bajo el control de las autoridades, por una ONG para ayudarle en su rehabilitación. La sentencia que lo condenó estableció que, llegado el momento de salir de la cárcel, tendrá prohibido residir -hasta 2028- tanto en la ciudad de Castellón como en los términos de Benicasim, Onda y Villarreal. Si nada cambia en los próximos meses, Ferrándiz podrá rehacer su vida a los 60 años sin haber participado ni en terapias ni en programas de reinserción. Tampoco ha protagonizado altercados en la cárcel, donde colabora en las tareas diarias que se le asignan. Un comportamiento similar al que le valió salir de prisión en 1995, 88 días antes de empezar a matar. Ferrándiz estaba en libertad provisional tras violar a una chica cuando cometió los cinco asesinatos e intentó llevar a cabo otro dos. Había cumplido seis de los catorce años a los que había sido condenado. Entre junio de 1995 y septiembre de 1996, sesgó la vida de cinco mujeres -tres de ellas prostitutas- con la misma forma de actuar: las recogía con su coche, las llevaba a un lugar apartado, las ataba con su propia ropa y las asfixiaba. Después, arrojaba sus cadáveres semidesnudos en puntos de la misma zona. Era 'el asesino del círculo'. «Un 'cazador' solitario de doble vida» , como lo calificó ABC en las crónicas de la época: de lunes a viernes trabajaba en una compañía de seguros; los fines de semana, a sus 32 años, mataba con «sigilo y clandestinidad». Sonia Rubio, Natalia Archelós, Francisca Salas, Mercedes Vélez y Amelia Sandra García fueron sus víctimas mortales, aunque hubo dos más: una joven que consiguió escapar y otra a la que provocó un accidente para atacarla. La Guardia Civil, tras múltiples errores en la investigación, lo atrapó y acabó confesándolo todo . El hallazgo en casa de Ferrándiz de la cinta aislante con la que había maniatado a su primera víctima fue clave. «No violé a nadie. Eran mujeres y quería hacerles daño . De algún modo me satisfacía hacerlo, aunque me parezca increíble que esto pueda haber sucedido». «Creo que necesitaba demostrar que las odiaba, que tenían que pagar una culpa. No me habían hecho nada personalmente, pero quería destruirlas. Esa capacidad era para mí algo irresistible», aseveró el acusado ante el juez de instrucción. En el juicio celebrado en la Audiencia de Castellón no quiso declarar. «El acusado padecía al tiempo de los hechos un trastorno de la personalidad polimorfo , que no le impedía gobernarse por sí mismo, en cuanto que entiende normalmente el contenido y sentido de las normas y tiene capacidad para ajustarse a ellas», señaló el fallo del 31 de diciembre de 1999.