Para ganar unas elecciones
Había expectación para conocer los candidatos como si el PP fuese a presentar a Steve Jobs, o un iPhone. Por el contrario han presentado a políticos, es decir, ninguna novedad. Lo interesante viene ahora que consiste en ganar unas elecciones en apenas ciento cincuenta días y PP y PSOE hablan de estrategias, de encuestas, de concejales y de pactos como si esto fuese el desembarco de Normandía y toda Europa pendiese de ellos. Normal que en ese ambiente se crean Eisenhower los jefes de campaña. Pero para ganar unas elecciones lo primero que conviene hacer es salir a la calle y de paso enterarse de que hay vecinos, ya ni siquiera hace falta que les pregunten por sus necesidades, basta con saber qué existen. El vecino como criatura mitológica que los políticos creían extintas en pleno 2023. El vecino, democracia menuda. Piensan que todos los tipos con los que te cruzas son turistas que llegan por primera vez a Valladolid. Quién toca todavía la puerta de enfrente para pedir sal o se enamora en el rellano en lo que sube el ascensor. Yo, que como no tengo ascensor en La Mudarra me enamoro subiendo escaleras porque soy un romántico de los de antes. Ya lo dijo Rajoy, que fue un sabio al que amortizamos temprano: es el vecino el que elige al alcalde… y para ello estaría bien que el alcalde supiera que existen los vecinos, que una ciudad es un río, una catedral, unos bancos y sobre todo su gente. Después tener un proyecto de ciudad tampoco vendría mal. O al menos tener claro qué es una ciudad y que Valladolid tiene que mirarse en las grandes urbes europeas y no medirse con Soria porque entonces vivimos felices en el esperpento de un espejo deformado. Si la medida estrella del PP va a ser abogar por el soterramiento, eterna promesa electoral de la derecha y de la izquierda, que no hagan campaña, por favor; que nos la ahorren por consideración. El soterramiento que es más difícil de lograr que la caída del Muro de Berlín. Lo prometió Javier León de la Riva y Javier dejó de ser alcalde sin soterrar. Lo prometió Óscar Puente en campaña –incluso firmó ante notario– y aquí siguen sin soterrar nada, porque para qué van a empezar a cumplir ahora las promesas electorales. Por eso que Jesús Julio prometa el soterramiento supongo sería otra estafa piramidal. Da igual qué año lea usted este artículo: Cuando despertó el soterramiento todavía seguía pendiente. Deberían hablar más del pantano que ha inaugurado el alcalde en el puente de Poniente, en López Gómez y en tantas otras calles atascadas de la ciudad. De cómo Óscar Puente es más Almeida que Almeida y ha decidido optar también por ciscarse en la clase media, porque ser clase media es en gran medida tener un coche con el que poder moverte en libertad. Pero en Valladolid quieren proscribir a aquellas familias que no pueden permitirse un coche a estrenar como ya hacen en Madrid. Estaría bien que el candidato del PP pensase en algún proyecto cultural, algo sólido que de paso dinamice una ciudad repetitiva que vive de las heredades sin nada que arriesgar. Pero pensar en cultura ya es pedirle peras a un candidato, que ya sabemos que es un político, no un peral.