Una decisión arbitraria
Hace unos días, el ministro de Cultura, se pronunció en contra de la concesión del Premio Nacional de Tauromaquia; aludiendo que la mayoría social en España estaba en contra de la fiesta de los toros; está decisión va en contra de la libertad, que el ministro no ha sabido valorar en su justa medida. La medida, ha provocado una reacción por parte de esa minoría mayoritaria que no está de acuerdo con que los toros desaparezcan. En el año 2011, durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se creó el Premio Nacional de Tauromaquia, con el fin de reconocer la Tauromaquia cómo una disciplina artística. Más tarde, en el 2013 se aprobó la ley 18/2013 que reconocía la Tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial de España.
Históricamente, han existido detractores de la fiesta de los toros; hasta algunos Papas han intentado su abolición. En 1805, durante el reinado de Carlos IV, se prohibieron celebrar corridas de toros y novilladas en todo el reino. Siempre ha sido un tema polémico; empero, a lo largo de los años los detractores no han podido acabar con la fiesta. Ello responde seguramente al arraigo que existe en España a favor de la fiesta históricamente.
El toreo es un arte, lo mismo que lo es la pintura, la escultura, o la música clásica. Sobre todo en el momento en que el hombre somete al noble animal y lo guía con naturales hasta que esté se entrega por completo. Entonces aparece el " arte". Para conseguir esa entrega, el toro ha de ser bravo, es lo que constituye su identidad. También ha de tener " trapío ", la presencia de un toro de lidia: la cara, el morrillo, el cuajo y la sensación de respeto que produce. Una vez que el toro recibe el castigo en varas, se crece y repite, podemos decir entonces que es bravo. Lo lógico que harían la mayoría de los animales sería salir huyendo, evitando ser castigado otra vez. El toro bravo como he antedicho, acude de nuevo a la pelea. Ese es el sistema claro de la bravura. Como dice don Alvaro Domecq Diez, además de rejoneador de fama, Doctor en veterinaria: bravura es la capacidad del toro bravo de luchar hasta la muerte. El bravo ha de embestir con prontitud, repetir, acudir al caballo de lejos, metiendo los riñones, no acularse en tablas, morir con la boca cerrada, tragarse la sangre. El toro bravo ha nacido así. Esa es la bravura.
Los toros fueron llevados al Nuevo Mundo por las gentes andaluzas, por su afición desmedida por la fiesta. El cruce con la población amerindia, no menos festiva, hizo que la fiesta formará de inmediato parte sustancial del mundo híbrido americano. Las naves españolas, comenzaron a trasladar toros de lidia sobre todo en el XVII .Se atribuye a Juan Gutiérrez Altamirano, primo de Hernán Cortés, el germen de la crianza del toro bravo y morucho (media casta) en América. Se formó entonces en Méjico la ganadería de Atenco, de casta navarra.
Nueva España, sería la provincia española con mayor número de haciendas de ganado bravo; más tarde se formaron otras en el virreinato del Perú. Hoy los toros están arraigados en gran número de países de Hispanoamérica: México, Colombia, Perú, Ecuador, etc . Son muchas las voces que claman hoy contra la Tauromaquia en Hispanoamérica; se han prohibido en un gran número de Estados en México, también en Colombia, Ecuador o Perú. Afortunadamente la prohibición se está levantando, sobre todo en México, llenándose de nuevo las plazas.
Personajes de todos los tiempos, intelectuales, escritores, artistas, historiadores, y personajes cualificados, han escrito sobre la fiesta de los toros. García Lorca, Ramón Pérez de Ayala, Miguel Hernández, Cossio, José Bergamin, Agustín de Foxa, Gerardo Diego, Leandro Fez de Morat'in, Rafael Alberti, Andres Amorós, Ortega y Gasset, pintores como Goya y Picasso, y otros personajes cualificados como Marcial Lalanda, Álvaro Domecq , Rafael el Gallo, Fernando Villalon, Adolfo Martin, Victorino Martín, Miura etc, han sido los artífices que han dado a conocer la grandeza de la Fiesta. Decía Americo Castro, insigne intelectual granadino: la Tauromaquia es el espectáculo Nacional y símbolo del vivir como riesgo absoluto frente a un destino amenazador, solo conjugable mediante heroicas destrezas: un rito solemne en el que el auténtico hispano, sin saberlo, rinde culto a la esencia de una forma de vida.
Pero no solo han sido intelectuales, artistas, escritores y personajes relevantes del mundo del toro los que han visto en la fiesta, arte, cultura, poesía y tradición; también el pueblo llano. Solo ver la plaza abarrotada, los tendidos hasta arriba, oír los comentarios de los presentes. Vieja tradición, sabiduría del pueblo, afición sin límites. Eso es la fiesta de los toros. Yo lo he comprobado en muchas ocasiones en Madrid, Sevilla o Bilbao. Sabiduría, conocimiento del pueblo como he antedicho. Los " toros", arraigados en nuestras costumbres y cultura popular desde hace siglos.