«El castigo de Extremadura tiene nombres y apellidos»
Emiliano García-Page (Toledo, 1968) no suele andarse con rodeos. Es el único socialista que gobierna una comunidad autónoma con mayoría absoluta. Por eso, el presidente de Castilla-La Mancha alza la voz para advertir a todos los españoles de que hay algo en su PSOE que no funciona. A Page le preocupa mucho su partido porque, a su vez, le preocupa España. Recibe a LA RAZÓN en su despacho del Palacio de Fuensalida. Hace tiempo que el barón socialista es la única voz disonante en un partido al que ve «preocupado» por el deterioro de esta etapa del secretario general, Pedro Sánchez. El resultado de las elecciones en Extremadura solo confirma, para Page, que el culpable de la crisis que afecta al PSOE vive, hoy por hoy, en Moncloa. Quiere confiar en que los españoles terminarán centrando al partido con su voto.
¿Qué le han dicho los extremeños al PSOE y a Pedro Sánchez?
Ha sido un resultado muy duro. Pero el PSOE en Extremadura sabe que hay mucha historia detrás, y mucho pasado, como para desconfiar de la recuperación a futuro. Aquí, como dije en 2023, la mayor parte del castigo tiene que ver con la política nacional. Y, aunque pueda haber ingredientes de carácter más autonómico, esta vez la simbiosis entre lo autonómico y lo nacional es absoluta, con nombres y apellidos.
¿Siente el nombramiento de Milagros Tolón como ministra de Educación como un agravio?
No sé cómo interpretar, y no considero lo más acertado, que todo el mundo haya recibido su nombramiento con el único mérito de ser muy «sanchista» y de tener mala relación conmigo. No es así. Es un ministerio importante y estoy convencido de que hará buen trabajo.
¿Qué está pasando en el Partido Socialista?
No podría hablar por el conjunto del PSOE. En el PSOE hay muchísima gente. Y me la encuentro, en realidad, muy preocupada. A lo largo de un año hablo con miles y miles de personas. Me gusta el trato con la gente. Y tanto a militantes como a votantes y a exvotantes los veo con una sensación de vértigo. De manera que ni siquiera están planteándose cómo salir de esta situación. No se están planteando el duro presente que retrata al Partido Socialista en los medios de comunicación por culpa de unos pocos, sino que, en realidad, la mayoría ya ha pasado esa página. La mayoría están asustados por las condiciones en las que se van a quedar después de esta etapa. Se están preocupando por si el PSOE tendrá o no que soportar una cuarentena.
¿Cuál es el futuro del partido?
Es muy complicado de aventurar. No sé, además, si en alguna ocasión se puede decir eso en política porque fallan casi todos los pronósticos. Lo que sí sé es que el PSOE está lleno de gente con mucha capacidad y con una inmensa honestidad. El PSOE tiene una red de cuadros medios en ayuntamientos, comunidades autónomas y en provincias enormemente preparados. No tengo la más mínima duda de que encontrará un camino para salir de esta situación y para retomar la confianza mayoritaria. La verdad es que me encuentro a muchísima gente, de todo punto de vista, incluso ideológicamente, que están en el centro o en la derecha, y que consideran que el espacio que representa el PSOE desde los años 80 es capital. Casi diría que es un bien de Estado y, por tanto, que hay que preservarlo por interés del propio PSOE, pero, por supuesto, por el interés de España.
Ese camino del que habla, ¿hacia dónde conducirá?
Los verdaderos destinos de un partido los marcan los votantes más que los dirigentes, y más que los propios militantes y que los cuadros del partido. El eje conductor es ese salvo en los partidos minoritarios, que se conforman con representar una pequeña parte de la población y no quieren salir de su lugar de confort, en el que nadie asume responsabilidades y simplemente administran su jardín. Pero los que tenemos vocación mayoritaria sabemos que nuestra brújula es lo que dictamina la sociedad. Y, francamente, así debiera ser. Malo es cuando los ciudadanos no son los que marcan el camino de un partido y lo marca la minoría que representamos los propios militantes. El PSOE tiene que ser patrimonio del país en su conjunto y, en particular, de la gente que deposita su confianza en él por encima de dirigentes.
¿Se cree al señor Sánchez cuando dice que el PSOE no se ha financiado irregularmente?
Yo me formo mi propio criterio, más que creerme a unos u otros. Yo no estoy en la melé, más bien al contrario, pero estoy convencido de que no hay financiación. También me parece un tanto absurdo que la gente caiga en la trampa de que la línea roja está en la financiación. La financiación ilegal de un partido político es grave. Pero igual de grave es que los responsables, los que dan la cara en nuestro nombre, los que luego piden la confianza de la gente, resulten ser unos golfos. Es decir, no me parece que se pueda consentir toda la corrupción del mundo siempre que no afecte a la financiación de un partido. Esto me parece una trampa.
¿Pueden seguir los españoles confiando en el PSOE tras ver a sus dos últimos secretarios de Organización en la cárcel?
Ahora estamos atravesando una clarísima crisis de credibilidad. La corrupción mina la credibilidad. Pero también la minan los incumplimientos de palabra y los cambios de guion. Y, por supuesto, los incumplimientos de los compromisos. Hacer lo contrario de lo que se ha prometido en una campaña electoral también mina la credibilidad. A la postre, la credibilidad es la base de la confianza de la ciudadanía y se pierde cuando uno dice una cosa y hace la contraria. Todo el mundo se proclama a sí mismo honesto, pero, cuando se demuestra que no se es, se produce una quiebra de la credibilidad inmensa. Lamentablemente, pueden ser unos pocos los que lo hagan, pero nos termina manchando al resto en la medida en que son muy representativos. Han sido los mandamases, el núcleo duro de esta etapa política.
¿Cree que «manchan» también al presidente del Gobierno?
Creo que toda la organización resulta manchada, aunque no irreversiblemente porque ya tuvimos casos en otros momentos y lo superamos. Ahora, sin ninguna duda, nos costará recuperarnos de esta crisis de credibilidad.
Las primarias de 2017, que catapultaron a Sánchez en la Secretaría General del PSOE, ¿fueron limpias?
No tengo argumentos ni en un sentido ni en otro. El único elemento novedoso son las grabaciones en las que Koldo y Cerdán se conminaban a meter sobres o votos falsos en las urnas. Pero no sé si eso es o no representativo. A estas alturas, tampoco es un tema que ya me importe.
El presidente admite que puede haber cargos de partido molestos con su gestión, pero mantiene su voluntad, no solo de llegar a 2017, sino de culminar la década. La razón que esgrime es que la militancia está con él.
Es muy probable que esté convencido de que la militancia le apoya. Francamente, no puedo decir lo contrario. No lo sé. Tampoco se ha contrastado porque no ha habido muchas votaciones en los últimos tiempos, no ha habido candidatos alternativos ni tampoco consultas a esa militancia de la que usted me habla. El problema que no se está teniendo en cuenta es que el hecho de que te vote la gente no te hace más limpio. Ni perder unas elecciones te hace tampoco más corrupto.
Si la estrategia de la dirección es protegerse en el mensaje de que el PSOE tiene lo que se merece, creo que le hace un flaco favor a la propia organización. No creo que ningún militante votara a Ábalos o votara a Cerdán, a pesar de ser corruptos. No lo creo. Por tanto, que no entiendan que por haber sido votados tienen patente de corso para hacer cualquier cosa.
¿Qué ha fallado para que una presunta trama de corrupción en Navarra diera su salto al Ministerio de Transportes?
Simplemente, que las personas que estaban en un sitio recalaron en Madrid. Al final, no nos engañemos, la corrupción tiene nombres y apellidos. Cuando estos son muy importantes o muy relevantes, manchan más.
¿Y qué ha fallado para que se hayan destapado años después presuntos casos de acoso sexual por parte de altos cargos?
La mayor parte de la gente que veo en el PSOE no tiene esas tentaciones. Ni de acoso ni de nada. Me duele que alguien pueda pensar que los hombres del PSOE se dejan llevar por ese tipo de prácticas. El problema de fondo es un problema de moralidad. Y la moralidad no es algo que se pueda asumir por partes. Yo desconfiaría mucho de aquel que predica mucha moralidad con el bolsillo y, sin embargo, no la tiene con la bragueta. Porque, normalmente, la experiencia te demuestra que quien es amoral, quien lo es para pactar, quien lo es para las amistades, puede terminar siéndolo también para la bragueta. O para el bolsillo. La moralidad es una actitud, no quiero decir, santurrona. Seguramente, en política no hay santo ninguno. Yo no lo soy ni aspiro a serlo. Pero una cosa es no ser un santo y otra cosa es no conducirte por ese planteamiento de una cierta moral o de un cierto código de conducta. No el del todo vale. Cuando alguien está dispuesto a hacer cualquier cosa por tener el poder, es que quiere el poder para hacer cualquier cosa.
¿Debería el presidente del Gobierno preparar una transición ordenada?
No confío nada en que los que estamos en un determinado cargo preparemos la transición del que venga. No suele salir bien porque, normalmente, los que están en el en el machito lo que quieren es que el que venga detrás lo haga peor. De manera que desconfío bastante de ese perfil humano. No lo digo por Sánchez. Lo digo, si quiere, por mí mismo. Cuando el PSOE se tenga que plantear, quizás no tardando mucho, un cambio en Castilla-La Mancha, le aseguro que yo no seré quien postule a nadie. Tendrán que ser otros, porque lo contrario nos convertiría en una monarquía.
En el PSOE se busca una mujer.
Sólo sé que, en el PSOE, si el día de mañana hubiera una mujer candidata a la secretaría general o a la presidencia del Gobierno, no generaría ningún tipo de problema. Pero tiene que querer y tiene que presentarse. Ya lo intentó una, que fue Susana Díaz, y por el hecho de ser mujer no ganó. Por otro lado, también le digo que nunca he creído a la gente que dice que los socialistas o las socialistas votaron a Pedro Sánchez por ser una persona atractiva. Nunca he pensado que eso pudiera ser así. La gente vota por la capacidad que ven en los dirigentes en un momento determinado.
Ahora las mujeres han gritado muy fuerte en el partido.
Los españoles saben que en el PSOE la gente es universalmente honesta. También en relación con los comportamientos sexuales.
El Consejo de Ministros se ha convertido en una zona de ajuste de cuentas. Hay quien pasea por Moncloa con el cuchillo en la mano. ¿Esto qué le parece?
¿Van con el cuchillo en la mano?
Pues creía que les obligaban a dejar los teléfonos móviles fuera. En vista de todo lo que se han grabado... [ríe]. Creo que no se puede entrar ni con un teléfono móvil. ¡Como para que les dejen entrar con cuchillo! Yo no se lo recomendaría en absoluto.
¿Por qué ha advertido a Yolanda Díaz de que igual se llevaba una sorpresa si el presidente decide remodelar el Gobierno?
Porque si se abre la caja de Pandora puede resultar también afectada la parte de la coalición, ¿no? Digo yo.
¿Se plantea un escenario en el que Sánchez termine la legislatura en solitario?
Cuando se está en un Gobierno se está para lo bueno y para lo malo. Este tipo de mensajes [en referencia a la exigencia de Sumar de remodelar el Ejecutivo] se le pueden decir al presidente del Gobierno, pero lo tiene que hacer un ministro en persona. No está bien utilizar el escaparate porque te lleva a un problema: que la gente inmediatamente se hace la pregunta de «y si no, ¿qué?». Cuando a permanentes amenazas se contesta siempre, claramente, «¿y?», es cuando se pone de manifiesto tu propia debilidad. Aunque también le digo que un cambio de gobierno, por muy profundo que fuese, cambiaría muy poco el panorama.
Los españoles vuelven a señalar a los partidos políticos como responsables de los males del país. ¿Qué les diría?
Los partidos son una cosa mucho más compleja, mucho más difícil de explicar. Son unas personas que, en nombre de la ciudadanía, dirigen la política. Y es verdad que los partidos no cuidan demasiado el departamento de recursos humanos. Eso es cierto.
Llegado el caso, ¿debería el PSOE permitir que Feijóo sea presidente para evitar que Vox entre en el Gobierno?
No me anticipo a esa hipótesis. Lo importante es que haya una agenda de posibles grandes acuerdos de Estado.
¿Cuáles?
Hay uno muy claro, que afecta a la competitividad del país, a las estrategias de crecimiento sostenible, pero competitivo. Debería ser posible abogar también por un pacto para, al menos, estar diez años en una estrategia de armonización autonómica. El Estado de las autonomías, y mire que lo dice un presidente autonómico, tiene muchas cosas buenas, pero ha comportado una experiencia negativa para mí. Y es que el Estado, cada vez que ha traspasado una competencia, en realidad lo que ha hecho es desentenderse. Hasta en las situaciones más graves, como la dana, hemos visto el drama de «esto no es mío, esto es suyo». Esto no puede pasar en un país como el nuestro. Hay muchas cuestiones, sin entrar en batallas ideológicas, que tendríamos que poder armonizar. Nadie se explica que hayamos tardado tanto en poder tener una tarjeta sanitaria válida en toda España. O que tenga que haber legislaciones distintas sobre cómo se regula el establecimiento de una empresa según en qué territorio. Hay muchos asuntos, en realidad, que podemos gestionar en común y que ningún gobierno, ni del PP ni del PSOE, en estos casi 50 años, ha planteado que sea así. A lo mejor, por la presión de los nacionalistas. Pero creo que España tendría que tener un consejo de armonización permanente. Las autonomías estamos demostrando que, cuando vemos algo bueno en una, lo copiamos. Y cuando vemos un problema en otra, nos resulta una advertencia. Toda esta experiencia habría que ponerla en común, lógicamente, con la coordinación del Estado. También habría que establecer un pacto sobre las mayorías de consenso reforzado para las estrategias de política internacional. No nos puede pasar como les sucede, normalmente, a los estadounidenses, cuya política exterior es una prolongación de sus problemas internos o de sus debilidades.
¿Cómo vive la influencia de Cataluña o País Vasco en España?
La vivo bien. No identifico a Cataluña con los dirigentes independentistas. Ni los confundo. Cataluña es una cosa infinitamente más plural. De manera que lo que ha destrozado por completo la convivencia ha sido el interés que han tenido los independentistas en plantear una pregunta que ya resolvió España en la Constitución del 78. En el 78 nos planteamos qué es España. Y, además, lo hicimos de una manera ejemplar. Por tanto, el interés que tienen algunos en volver a plantear si España es una nación o son 70.000, si España tiene un norte o no lo tiene, si puede convivir con los privilegios o no, ese interés de romper el país es el que hay que desterrar por completo. Lo que consigue España en el 78 es que, por primera vez en siglos, no contrapone diversidad con igualdad. Y es curioso, porque siempre esta tensión entre diversidad e igualdad nos ha llevado incluso a conflictos civiles. ¿Por qué se arregla? Porque hace que la igualdad sea la mejor garantía de diversidad. Aquí podemos amparar y amar la diversidad por el simple hecho de que la igualdad impide que haya privilegios.
Hablemos de su comunidad, presidente. La oposición le critica por mirar más a Madrid que a su tierra. ¿Qué tiene que decir sobre eso?
Miro a Madrid en la medida en que en Madrid se ven afectados nuestros intereses como ciudadanos. El problema es que la oposición en Castilla-La Mancha lleva mal que el presidente alce la voz y sea una parte del escenario nacional. Esta no es una región que tenga empacho de blasones. Y mire que nos sobran escudos e historia. Pero no los utilizamos para obtener privilegios. Esta es una región que no quiere más que los demás, pero que no consiente menos. Queremos las competencias que se han traspasado para mejorar la sanidad y la educación. Para mejorar, en definitiva, el bienestar social. El 90% de nuestro presupuesto, aprobado precisamente ahora, va dedicado a esto.
¿Y usted tiene claro si seguirá al frente de su partido y del Gobierno de Castilla-La Mancha? ¿Se ha planteado decir «adiós»?
Esa es una decisión que, en su momento, tendrá que meditar el partido. Y yo también, particularmente con la familia.
