Faltan pocos meses para las elecciones a la presidencia del Barça. Sería deseable que el próximo presidente profesionalizase el área deportiva con ejecutivos de referencia y experiencia, que fueran capaces de fichar a un delantero centro de 30 o 40 goles por temporada, como
Haaland,
Kane o
Mbappé, a un lateral izquierdo y a un central, que recuperasen al canterano
Jan Virgili, extremo de 19 años, traspasado al Mallorca. Estaría bien que se fichara a un entrenador formativo para el Barça Atlètic que, además de ascender a primera federación, categoría que se perdió el año pasado, formara a los futuros canteranos del primer equipo, como los
Cubarsí,
Balde,
Lamine,
Pedri,
Eric,
Gavi o
Fermín, que heredaron. Que ajustase la masa salarial al 65% de los ingresos, que deben aumentar, para cerrar cada año con beneficios e ir reduciendo la deuda, en lugar de los 207 millones de pérdidas generadas en las dos últimas temporadas 23-24 y 24-25. Estaría bien que el próximo presidente no contratase al vicepresidente de los árbitros y no pagase comisiones millonarias a un intermediario por cerrar acuerdos con sponsors del Club, función que corresponde al departamento de Marketing, que devolviera el socio al centro de la gestión y decisiones de la entidad: asambleas presenciales, priorizar abonados sobre turistas, con los mejores asientos fijos y carnet físico, que recuperase la grada de animación y la agencia de viajes, y restableciera la Confederación Mundial de Peñas. Es imprescindible que el futuro presidente se comprometa a exigir el millón de euros diario de penalización a la constructora turca por el retraso en las obras y que, por fin, construya el nuevo Palau.
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