El cirujano Pedro Cavadas deja la sanidad pública: «No doy abasto»
El Hospital de Manises -un centro público, pero de gestión privada- pierde a su médico estrella. El cirujano Pedro Cavadas, reconocido internacionalmente por sus arriesgadas cirugías de reconstrucción y trasplante, solicitó la baja voluntaria del hospital valenciano el pasado 12 de julio, según confirmaron ayer fuentes del centro sanitario. A partir de ahora, Cavadas limitará su actividad al Hospital privado Nisa 9 de Octubre.
El cirujano valenciano se va por puro agotamiento. No abandona por ningún desencuentro con la dirección o la Consejería de Sanidad. «Me cambio de hospital porque no doy abasto. Tengo más trabajo del que puedo atender y los días tienen 24 horas», explicó a ABC.
Cavadas dejará de operar en la sanidad pública, aunque no dejará de ver a sus pacientes. Seguirá atendiendo en el hospital del grupo Nisa a los pacientes complejos que remita el sistema público o a través de su fundación. «No ha cambiado demasiado la situación. Sigo teniendo excelente relación con la consejería de sanidad. Soy un complemento a la sanidad pública para casos complejos», aclaró.
Casi 6.000 pacientes
Pedro Cavadas se había incorporado a mediados de 2011 como jefe del Servicio de Cirugía Reconstructiva. Durante ese tiempo, en su servicio se ha tratado a unos 5.900 pacientes de la Comunidad valenciana y de otras autonomías. También ha coordinado, con el servicio 112, el Centro de Traumatismos de Alta Energía para pacientes politraumatizados con lesiones que requerían una alta complejidad técnica, recuerda la agencia Ep.
Entre las intervenciones más complejas que realizó en el Hospital de Manises centro destacan la reimplantación de los dos pies a un niño de 10 años de Granada que sufrió un accidente de tráfico en junio de 2012 y la reconstrucción del rostro en 2015 a una mujer marroquí que lo tenía desfigurado a causa de un tumor.
El médico de las cirugías arriesgadas
Premio ABC Salud, Pedro Cavadas es el médico que opera lo que nadie se atreve. Fue el primero en poner dos manos de cadáver a una mujer que las perdió en una explosión y pionero en trasplantar dos brazos, una cara, dos piernas... O en lanzarse a intervenciones que han cambiado el destino de pacientes sin recursos. Como cuando reconstruyó el rostro y la mano de un keniano atacado por una hiena. O reparó con el hueso del peroné la columna de un joven guatemalteco, «partido en dos» por una bala. A los 40 años ya acumulaba tanta experiencia quirúrgica como si fuera un cirujano centenario.