Calendario lunar 2024: cuándo será la luna llena de febrero

Este mes ya hemos pasado varias de las fases lunares. Sin embargo, todavía falta la luna llena

Las fases lunares son los cambios aparentes de la porción visible de la Luna, que dependen de la posición de la Luna y del Sol respecto a la Tierra. No se trata de cambios reales en la naturaleza del satélite, sino de su posición relativa respecto a nuestro planeta y a la iluminación que recibe de nuestra estrella. Las fases lunares se completan en un ciclo de 28 días, y cada ciclo lunar se compone de 4 fases que se repiten:

• Luna nueva o Luna negra: En esta fase, la parte de la Luna iluminada por el Sol no es visible desde la Tierra y sólo puede observarse durante eclipses solares.
• Cuarto creciente: La Luna aparece con la mitad de su circunferencia iluminada y la otra mitad en sombras. Esta fase puede verse a mediodía o a medianoche.
• Luna llena: La totalidad del círculo lunar está iluminada, por lo que podemos verla en su plenitud. Esta aparición total marca la mitad del mes lunar.
• Cuarto menguante: La Luna está iluminada a su mitad, pero en sentido contrario al cuarto creciente. Puede verse la luna en el cielo durante las horas de la mañana.

Además de estas fases principales, también existen las fases intermedias:

• Luna creciente: Es la primera aparición de la Luna en el cielo después de la luna nueva, y se presenta como una pequeña guadaña de luz. Esta luna puede verse en ocasiones de día.
• Luna gibosa creciente: En esta fase, la mitad oscura de la fase de cuarto creciente se va iluminando paulatinamente y adquiere una forma convexa por ambos lados.
• Luna gibosa menguante: Pasada la Luna llena, la Luna comienza a disminuir su brillo y vuelve a lucir una apariencia cóncava a medida que se oscurece.
• Luna menguante: También conocida como "creciente menguante" o "Luna vieja", es semejante a la Luna creciente, pero en sentido opuesto. Puede verse de madrugada únicamente, con la forma de una pequeña guadaña de luz.

¿Qué está pasando en la Luna este mes?

Durante este mes de febrero, ya hemos experimentado varias fases lunares. Hemos vivido el cuarto menguante el 3 de febrero, seguido de la luna nueva el 9 de febrero, y el cuarto creciente el 16 de febrero. Hoy, 22 de febrero, nos estamos acercando a la luna llena, que sucederá específicamente el 24 de febrero a las 13:30 horas. Después de la luna llena, la luna comenzará a menguar... y nunca mejor dicho. El cuarto menguante, que es la fase en la que la mitad izquierda de la luna es visible, se producirá el 3 de marzo. Pasado su ciclo, la siguiente luna llena se producirá el 25 de marzo.

¿La luna llena puede afectar a nuestro cuerpo?

Muchos expertos en salud sostienen que los ciclos lunares pueden influir en la salud humana. Esta idea tiene cierta base. Después de todo, los ciclos lunares influyen en las mareas, los ciclos reproductivos de numerosas especies y los ciclos de vida de las plantas... entonces, ¿por qué no podría impactar también en nuestra salud?

Esta conexión entre la salud y la fase lunar que han notado los profesionales de la medicina actual, ha sido objeto de estudio desde hace mucho tiempo. Ya en el 400 a.C., los médicos y filósofos observaron una relación entre el estado mental de los pacientes y los ciclos lunares. De hecho, ese es el origen de la palabra “lunático”.

Lejos de ser mera superstición, varios estudios han confirmado que la posición de la Luna respecto a nuestro planeta puede tener un impacto significativo en ciertos aspectos del comportamiento humano, como en los ciclos del sueño. Científicos de la Universidad de Basilea (Suiza) publicaron los hallazgos de un estudio llevado a cabo en 2018 en la revista “Current Biology”. En aquel artículo, los investigadores describieron cómo los biorritmos humanos se sincronizan con los ritmos geofísicos de la Luna.

Según los datos, la actividad cerebral en las áreas relacionadas con el sueño profundo (REM) disminuyó en los últimos días de cada ciclo lunar, coincidiendo con la cuarta fase visible de la luna, es decir, la luna llena. Esto significa que los participantes del estudio tardaron más en dormirse y que su sueño fue más ligero. Específicamente, la actividad encefalográfica disminuyó en un 30%, el tiempo para dormirse se incrementó en cinco minutos y la duración total del sueño se redujo en 20 minutos. Otro hallazgo destacado fue la notable disminución de los niveles de melatonina en el cuerpo, que es la hormona que regula los ciclos del sueño.

Es importante señalar que, durante el experimento, los investigadores intentaron eliminar otros factores que pudieran alterar los resultados, como la luz de las pantallas, que se ha demostrado que aumenta la estimulación cognitiva del cerebro y que, por lo tanto, perturba artificialmente el sueño.