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Diez minutos le duró la americana a Fernando Hierro. El nuevo seleccionador apareció pinturero en el partido y acabó en plan Camacho. El calor, la presión y el tempranero gol de Portugal obligaron al seleccionador a remangarse cuanto antes. Era su debut en el banquillo, y no se le pudo poner más complicado.
Hierro prometió en su presentación no tocar mucho el libreto de Lopetegui, y en ese plan, sin ningún debate posible, aparecía De Gea en la portería. A partir de ahora es posible que al nuevo entrenador de España le toque lidiar con un inesperado quebradero de cabeza.
De Gea vivió su noche más oscura. Recibió tres goles y dejó señales muy preocupantes sobre su estado de forma. No hay reproche ante el penalti perfectamente ejecutado por Cristiano, la única acción en la que quizás no pudo hacer nada más. A partir de ahí, su partido fue un cúmulo de imprecisiones y medias acciones que convirtieron a la defensa española en un flan.
Al igual que le ocurrió ante Suiza, en el segundo gol volvió a perder las manos ante la potencia del disparo de Cristiano. Su tercer error seguido después del que también tuvo en el amistoso ante Argentina.
Tampoco estuvo fino en el empate a tres, donde se quedó clavado y sin capacidad de reacción en el disparo de falta que le dio el triplete a Cristiano.
A De Gea se le vio tocado ante tanto error, y en demasiadas ocasiones tuvo que ser animado y consolado por sus compañeros. Al acabar el partido fue el primero en abandonar el campo tras el cruce de felicitaciones con los jugadores portugueses. Cabizbajo y pensativo, le tocará a Hierro ejercer de psicólogo para recuperar a su portero de este mal trago.
Costa, bigoleador
Y si en la portería reinó el caos, en la delantera las luces las encendió Diego Costa. Su estreno con la selección hace cuatro años fue parejo al desastre de Brasil, y desde entonces no ha habido un atacante tan discutido en la historia del equipo nacional.
Costa por fin ha podido reivindicarse en su mejor partido como internacional haciendo exactamente lo que se esperaba de él. Se fajó con los dos centrales lusos y abrió los espacios necesarios para las llegadas más peligrosas de España. Habilidoso en el primer gol, en el segundo demostró su oportunismo y capacidad de remate.