En Matilla de los Caños del Río, localidad salmantina que es cuna de picadores y donde pastan ganaderías de bravo, pervive todavía un antiquísimo oficio de expertos podadores de encina: los cortacinos. Una cuadrilla -colectivo nunca, por Dios, que suena guay- de hombres de campo que han aprendido la profesión a base de muchas jornadas de labor por montes y dehesas, a la intemperie, llevando a la práctica el saber heredado de sus antepasados. La corta permite aligerar la copa de ejemplares centenarios entre un desmoche y otro... Читать дальше...