Errar es de humanos, cierto, pero empecinarse en el error es la marca de la arrogancia y demuestra que las personas que así actúan carecen de una extraordinaria y útil virtud: la humildad. Engreídas y altivas, se creen portadoras de la única verdad posible y no admiten, sectarias como son, que nadie ose poner en duda sus designios. Qué fácil hubiera sido, cuando alguien avisó sobre los complicaciones técnicas y los aspectos peligrosos de la ley del sí es sí o, al menos, cuando surgió el primer problema con la rebaja de alguna condena... Читать дальше...