Sevilla enronquece con Morante
Delante de nosotros, el cuarto toro, un encastado sobrero de Garcigrande, no paraba de embestir, se comía la muleta. Enfrente, impávido, vestido de verde y azabache, José Antonio Morante de la Puebla ligaba muletazos clásicos, atemperando la furia del animal, dejando que los pitones le pasaran rozando, muy cerca, alargando y profundizando la embestida y añadiendo el privilegio de la estética: un espectáculo extraordinario. A mi lado, he visto a profesionales de pie, rugiendo, con la voz quebrada. Читать дальше...