El viejo del sombrero cordobés: «Yo he visto a Manolete»
umaba un puro de buenas hechuras. Un 'partagás' se posaba en sus labios, aunque prefería aquella vieja cajetilla de 'caldo de gallina' que tantas tardes asomó en su bolsillo. Una camisa abotonada le cubría las arrugas del cuello, esas líneas nonagenarias de los dos siglos cruzados. A sus 92 años, aún se asombraba de cada escena de la lidia, aún le inquietaba lo mal que se pica a los toros. «Ahora no se pica, se picotea». En su asiento preferente, apenas hablaba con nadie, pero su mirada era el espejo de todo lo que sucedía en la arena. Читать дальше...