El Atlético no termina de encontrarse
El Atlético tiene facilidad para complicarse partidos que parecen sencillos. Jugaba en el campo del último, un equipo que no había ganado un partido y que no marcaba en su estadio desde noviembre. El Atlético, además, se puso por delante en el segundo minuto de partido. Un escenario ideal para complicarse la vida.
Y eso hizo el Atlético de la mano de Luka Romero, un futbolista que debutó con 15 años en Primera División –el más joven de la historia– y que desde entonces ha ido de un lado para otro. Ahora ha llegado a Almería con ganas de hacerse notar. Lo hizo con el primer gol, el del 1-1. Recibió de espaldas al borde del área, se giró entre varios defensas con la portería y mandó un disparo con la zurda que botó delante de Oblak antes de meterse en la portería.
Y volvió a hacerlo para igualar el partido a dos. Esta vez después de una combinación con Jonathan Viera, que le metió un balón entre la defensa del Atlético, que se quedó mirando cómo mandaba la pelota a la escuadra con el exterior de su pie izquierdo.
Reinildo, que dio el pase del 0-1 a Correa en el comienzo del partido, en una de esas arrancadas que le pide Simeone para ayudar en ataque, era incapaz de contener a Luka. Cada vez que le encaraba era un sufrimiento. El argentino provocó también una tarjeta del defensa del Atlético, que tampoco tenía muchas ayudas, como se vio en el segundo gol.
Respiró Simeone cuando Luka se tiró al suelo y se agarró el gemelo mientras Jonathan Viera le ayudaba a estirar. No tardó mucho en pedir el cambio el argentino y aliviar un poco el sufrimiento del Cholo y de su equipo.
El Atlético, que llegó pensando en todo lo que le viene ahora, la vuelta de la semifinal de Copa la semana que viene y un poco más adelante, la vuelta de la Liga de Campeones contra el Inter, se veía obligado a centrarse en lo que pasaba en Almería.
Simeone hacía cambios de protección –quitó a Koke y a Lino en el descanso–pero a la vez buscaba soluciones. Como la entrada de Morata en lugar de Memphis y la de Witsel por De Paul. El belga fue el cuarto mediocentro del Atlético en el partido. Por ahí pasaron Koke, Barrios y Saúl antes que él sin que el Atlético fuera capaz de amarrar el partido.
Pudo haber marcado el Atlético en un disparo de Riquelme que pegó en un defensa antes de que Maximiano desviara la pelota al larguero. La suerte que había tenido en el gol de De Paul. La pelota también cambió de trayectoria al rebotar en Pubill y despistó al portero del Almería.
Más clara aún fue la que tuvo Morata ya en el descuento. Dos defensas del Almería no acertaron a despejar y dejaron la pelota para un mano del capitán de la selección con Maximiano. Pero Morata la mandó por encima del larguero. Esa ocasión fue la manera que tuvo el Atlético de decir que seguía vivo. Porque le tocó sufrir en los últimos minutos.
Y el Almería tuvo una ocasión al menos tan clara como la de Morata. Se encontró una pelota en el punto de penalti, pero le cayó a su pie izquierdo y, aunque con esfuerzo, Oblak llegó a atraparla.
No era eso lo que se imaginaba el Atlético cuando comenzó el partido. Contra un equipo que no ha ganado todavía y con un gol a los dos minutos de juego. Maneras de complicarse la vida.