La napia de Fares
Justo cuando acaba el año resulta fácil deslizarse por la pendiente de la melancolía. Semejante arrebato destila la vulgaridad de la caspa que pespuntea los hombros de esa persona que se abandonó. Lo sé. Pero, en ocasiones, es complicado esquivar la tristeza tontarras que nos embarga sin motivo aparente. Aunque he aprendido, con el transcurrir del tiempo, que una alegría banal, personalísima y algo frikilondia puede proporcionar alivio gracias a la distracción que produce. Por ejemplo, la futilidad... Читать дальше...