?Rendicin?, un poema de Eduardo Cruz Vzquez
Ya no pude con tu reloj, pap.Esta belleza venci mi mueca.El grosor, el peso de la impecable maquinariadespus de 50 aos de movimientos ininterrumpidosda y noche, siguiendo con su tiempopor igual pasiones que zozobras,se ha desprendido.Mi brazo entero, la mano izquierda se cans, pap,la extensin que fue lanza de tempestadesdesde que ah lo pusiste, termin por doblarse.Para colmo tambin desisti por completo el brazo derecho.Igual la fatiga ha inundado mis piernasla espalda y mis prpados.El tiempo se agot, pap,ya no lo pulso contigo,slo lo veo cuando es necesarioen una pantalla que escondoen el bolsillo delantero del lado izquierdo del pantalnpara que no me la roben en un descuido.El reloj tuyo paralizado por mi impericiaquieto en una espera ya despreocupadareposa, pap, con los otros depositariosde horas y minutos que me confiaste.Antes, esos relojes me llenaban de armonasel paso de nuestras horas.A uno de ellos poda darle cuerda,y sentir el palpitar de sus viejas como vigentes andanzas.Al otro daba a sus pasos vidacon leves oscilaciones permanentes,feliz de ver el andar del segunderoen su brillante recorrido, en sus vueltas juguetonas.Recuerdas que me retabas a contar los segundossin despegarle los ojos? Slo lograba fijarlos unos instantes.En mi silencio, pap, esos tres relojesson parte de tu saber heredado.Cajas bien aceitadas que irn a las manos de tu nieta.Supongo que ella podr retomar su trayectoria.Yo me cans, pap.Esos tiempos se colapsaron con el mo.No hay dedos prestantes para la cuerda,ni brazos fuertes que alarguen su vida.Tambin la batera de la pantallase acabar, pap. Y no ests aqupara enchufar nuestro tiempo a la corriente.SS