Tito Berni
Cuando el epicentro de una trama chanchullera es un exdiputado del PSOE llamado Juan Bernardo pero responde al sobrenombre de Tito Berni, resulta evidente que la trapisonda derivará hacia el fracaso garantizado. No puedes dedicarte a las (presuntas) tramas ilegales bajo un mote tan chistoso, tan carnavalesco y tan bufón como Tito Berni. Así no llegamos a ninguna parte, más allá de los homenajes pantagruélicos en los restaurantes y las posteriores farras de puticlubs. El apodo que te enchufan o tu mismo te proporcionas para epatar al prójimo, resulta fundamental en cualquier actividad. A Jerry Lee Lewis le bautizaron como 'Killer' por su ardor asesino sobre los escenarios. Elvis Presley era el 'King' por su elegante superioridad natural. A un militar conocido como 'El zorro del desierto' se le teme porque sólo con su mote ya asusta al enemigo. Y si añaden algo como 'El pasmo de Triana' esto fortalece la tragedia necesaria para redondear la figura genial de Juan Belmonte. Por aquello de construir una novela negra me presentaron en cierta ocasión a un narco que movía muchos kilos de polvo blanco al mes. «¿Cómo se llama?», pregunté antes de ir a comer con él. «Frigorías», contestaron. Estuve a punto de cascarle un 'don delante, pero lo de 'don Frigorías' se me antojó irrespetarle y prescindí de ese tratamiento. Le denominaron así porque era un tipo extraordinariamente frío en su negocio. «Frigorías, ¿tú usas la violencia?», le dije cuando ya nos habíamos pimplado una botella de vino. Meditó varios segundos interminables. Suspiró. Resopló. Bufó. Luego me taladró con sus ojos hasta congelar mi alma. «A veces es necesario poner los cojones encima de la mesa», susurró algo frailuno mientras uno yacía helado y suplicaba otra frasca de morapio para calentar las entrañas. No quise insistir sobre el tema de la violencia. El tal Frigorías sigue en activo. A Tito Berni le imputan por blanqueo, cohecho y tráfico de influencias. El alias, su importancia, marca las diferencias entre la victoria o la derrota.