Sánchez medita furioso y sumergido como Moby Dick
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, permanece sumergido y a la espera de nuevos acontecimientos y medita, bajo las aguas turbulentas de la política, el cuándo y cómo salir a la superficie con su inusitada furia y al estilo de la ballena blanca y herida Moby Dick, de la novela Melville, para dar sus últimos …
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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, permanece sumergido y a la espera de nuevos acontecimientos y medita, bajo las aguas turbulentas de la política, el cuándo y cómo salir a la superficie con su inusitada furia y al estilo de la ballena blanca y herida Moby Dick, de la novela Melville, para dar sus últimos y destructivos coletazos al destartalado navío del Gobierno de coalición, El Pequod, que está prácticamente destrozado.
Un Gobierno desde donde las ministras de Podemos -ante la indignación contenida del PSOE- le hablan al presidente con público desprecio y tonos desafiantes, convencidas estas ministras que Sánchez es su ‘rehén’ y no se atreverá a romper el Ejecutivo -‘nos ahorcarán juntos si eso ocurre’ le dice Monedero, en una interesante entrevista, a Zarzalejos- ni a adelantar al mes de abril las elecciones generales previstas para el mes de diciembre.
Pero el presidente Sánchez, que sigue meditando la crisis de Gobierno que deberá hacer para relevar a sus ministras candidatas Darías y Maroto, sabe que su prioridad no consiste en salvar el Gobierno con Podemos para una futura renovación de sus alianzas y permanencia en el poder. Sino que el principal objetivo de Sánchez consiste en salvar el PSOE ante el riesgo de descalabro en los comicios municipales y autonómicos de 28 de mayo.
Porque si el PSOE se hunde y el 28 de mayo en votos, concejales y pierde importantes gobiernos municipales y autonómicos, como presagian algunas encuestas, todo lo demás, empezando por el Gobierno de coalición, no le servirá para nada a Sánchez. Dado que, en ese caso, ya habrá perdido de antemano y sin remedio ni posible remontada las elecciones generales de primeros de diciembre.
De manera que Sánchez, una vez que concluyan la moción de censura de Tamames y las manifestaciones feministas del 8 de marzo, podría disolver las Cortes y anunciar elecciones generales para finales de abril como hizo en 2019. Y en lógica consecuencia romper el Gobierno de coalición a la espera de que ambas decisiones permitan al PSOE remontar el vuelo, cazando por sorpresa al PP y desactivando la operación Sumar de Díaz con Iglesias y UP.
Sin duda algo así incluiría serios riesgos para Sánchez y para su anhelada presidencia de la UE en el segundo semestre del año. Pero una severa derrota en los comicios del 28-M convertirían al presidente en el ‘pato cojo’ de lo que resta de legislatura, camino de una ‘muerte política’ anunciada’ y lenta.
En la trayectoria y en el ‘manual de resistencia’ de Sánchez no caben la falta de audacia ni las medias tintas sino más bien el ataque y firmes pasos hacia delante en lugar de recular. Y, solo en caso de que Sánchez esté convencido de que Feijóo no triunfará con claridad el 28-M, el presidente renunciaría a liquidar el Gobierno de la coalición con UP y agotaría la legislatura.
Con la esperanza Sánchez de que las fotos y fastos de la presidencia de la UE y una mejora general de la economía le permitirán renovar el poder si es que para entonces el PSOE y sus aliados Frankenstein suman los escaños necesarios para permanecer, incluso aunque el PSOE saque en diciembre menos votos que el PP.
Pero de momento Sánchez, como la ballena blanca Moby Dick, permanece sumergido y meditando lo que debe decidir a lo largo del mes próximo, en los que serán sus decisivos ‘idus de marzo’ que están al caer.
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